11M o 6J

Estación Bulnes. Llega el subte, con vagones modernos y muy europeos, me subo. Viernes 6 de junio de 2008, 14:13hs. El vagón, intermedio, llevaba a la mayor parte del pasaje sentada. Unos pocos viajaban parados esperando que alguna señora se levante para bajar y deje libre el asiento. Una señora se levantó para bajar y dejó libre el asiento. Me senté. A la derecha había un lugar libre que prontamente sería ocupado por un hombre de 35 años. Alto, tez morena, un sobretodo que debajo seguramente ocultaba un saco. Se dejaba ver el cuello de una camisa sin corbata. Sus rasgos eran inigualablemente medio orientales (por no decir del todo). Enfrente, entre la ventanilla y la puerta, un cartel con un mapa. Simulaba indicar el recorrido del subterráneo porteño pero llevaba a ciudades europeas. Invitaba a viajar por el mundo. Levanto la cabeza. También enfrente, pero más arriba, busco el cartel indicador con el recorrido para saber donde bajar. Sorprendentemente, donde correspondía que diga Catedral se indicaba una inexplicable estación “Santiago Bernabeu”. El de rasgos medio orientales comenzó a rezar. Era una oración en árabe. En voz baja, casi susurraba. Sólo la escuchábamos él y yo. Volví a leer. No lo podía creer. Pestañee, observé nuevamente al hombre, volví a pestañear. Volví a leer: en lugar de Bulnes, decía ATOCHA. Por un momento todo se paralizó, salvo el rezo. Cada vez lo decía más rápido, con más ímpetu. En el cartel seguía diciendo lo mismo. La gente todavía parada se movía en cámara lenta. Seguía diciendo lo mismo. Comencé a mirar intermitentemente hacia todos lados al mismo tiempo. El pibe que llevaba gorrito de boca, se transformó en socio del Madrid, el anciano dejó de leer Clarín, ahora era ''El País''. Un joven le ofrecía a una agradable señorita cojerle la cartera que se le había caído. El Diario Olé se transformó en Marca. Por un momento Buenos Aires se transformo en Madrid. Por un momento, viajaba en el tiempo. ¿Era el 11M de 2006 a las 9:50 de la mañana? ¿Justo un minuto antes del atentado? El hombre dejó de rezar, se bajó. Justo debajo del borde superior de la puerta, todavía abierta, llegué a leer algo así como ''TRIBUN...''. Parecía volver el aire porteñó. Volvía la calma, la tranquilidad. Pero no, en España no habían sido suicidas, fueron mochilas detonadas remotamente por celulares. El medioriental tenía celular y ya se había bajado. La calma desapareció, gire hacia la derecha. Mire sin calma y con mucha prisa: no había mochila, no había bomba. El avance del subte me permitió completar el nombre de la Estación: ''...ALES''. Volví a Buenos Aires, 6J.

Todavía no pude descubrir que anunciante pautó tan explosiva ambientación de vagón.

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