TIRA BESITO


- Es furor en Europa - se escuchaba desde el otro vagón.
- Recién llegado a la Argentina - la voz ambulante del vendedor se oía cada vez más cerca.
- Una caja de bombones, ¿cuánto te sale una caja? ¡¡cuarenta mangos loco!! ¿Y qué hacé? En cambio, con esto soprendé.

La señora sentada de blanco lo miraba con cara de socióloga en plena vuelta a casa.

- Mirá que yo me voy de noche, agarro una pareja de acaramelados y estos a diez pesitos salen por un tubo.

El pibe que estaba por bajar lo miraba sonriente.

- Pero acá, subterráneo, cuánto te puedo cobrar, papá. Cinco pesitos. Los bombones son $40, pero con esto soprendé, papá, soprendé.

El subte paró, el chico bajó. Dos minutos más hubieran alcanzado para convencerlo.

- Es lo que se usa. Está de moda, recién llegado - insistía.

La socióloga cambió su mirada aguda e interesada por una sonrisa relajada. La frase inolvidable estaba apunto de llegar:

- Ositos de peluche en miniatura. Dicen ailaviu, tiran besito y encienden la lu, cinco pesitos.

Con mucha simpatía, acercó uno de los ositos al hombro de una chica. La joven sintió al osito. Se sonrojó y lo acarició.
- ¿Ya lo queré, papá? - le preguntó al hombre de al lado que se mantenía indiferente al osito pero pendiente del escote de la chica mientras esta acariciaba al osito.

- Te estás convenciendo - le dijo mientras se alejaba hacia el siguiente vagón.
- Dicen ailaviu, tiran besito... - se escuchaba como se iba. 

La chica y el hombre indiferente, charlaban. El osito, ya prendía la lu. La presencia de un grupo de cuatro jóvenes que invitaban a la curiosidad no lo intimidaba.

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