Ellos
dos viajan enfrentados en los asientos que dan a las ventanillas. El más petiso
y morocho, muy feliz, saca sus anteojos negros y se los pone. Levanta bien la
pera y trata de disfrutar del “sol del subte A” porque “Uuuhhh, como pega el sol del subte A”. Su amigo comienza a lanzar
una carcajada silenciosa. Era puro gesto. Boca bien abierta, las mejillas con
los pliegues característicos pero sin sonido. Como si estuviese viendo una
serie yanki en mute. Risa no verbal.
El
otro se sacó los anteojos y dejó ver un par de ojos que insistían por achinarse
mientras su boca seguía con el “uuuhhh,
el sol del subte…”.
-
¿A qué jugamos? - pregunta con los anteojos en la mano.
Carcajada
silenciosa no contesta. Sigue riendo en mute.
-
Uuuhhh, ya sé - se contesta el otro. - Juguemos a vender el yoyo de Nico –
propone.
En
eso una mujer se sienta a su lado. Tenía varios asientos libres pero eligió
ese.
-
Dale, juguemos a vender el yoyo de Nico. Sabemos que es nuevo, vos sabés que yo
lo tengo, pero también sabés que no lo usé.
La
señora se percata del sonriente en off y atina a agarrar bien fuerte las bolsas
que lleva y empieza a mirar para otro lado.
-
¿Cuánto me darías por el yoyo de Nico?
Sonrisa
unplugged sigue sin verbalizar pero con sus dedos hace como que le dice
“cinco”.
-
¿$5 pesos me vas a dar por el yoyo de Nico? ¿Nada más?
Sonrisa
asiente.
–
Uuuhhh, pero si vos sabés que es nuevo y sabés que no lo usé ¿$5 nada más?.
Justo
cuando la mujer empieza a sospechar que el estado de ambos no es el mejor, el
de los anteojos la mira y le pregunta:
–
¿Usted cuánto me ofrecería por el yoyo de Nico?
La
mujer, molesta, mira para adelante y aprieta aún más las bolsas. Sonrisa
estalla en una nueva carcajada silenciosa. Anteojos ríe con ganas (y con audio)
e insiste:
-
Señora, ¿cuánto me daría por el yoyo de Nico? Este me da sólo $5.
La
mujer se inquieta, se para y se va hacia la puerta. El subte frena en Loria. En
el apuro a la mujer se le caen $10 que quedan en el asiento. Baja a paso rápido.
Anteojos ve los $10 y dice “Uuuhhh, qué
copado loco”. Anteojos sube la ventanilla y grita: “Señora, Señora tome el yoyo de Nico”. La señora gira y el yoyo,
recién lanzado, le pasa a escasos tres centímetros de la mejilla derecha.
Anteojos se agarra la cara y dice “Uuuhhh”.
La señora corre y sube las escaleras. Desaparece de escena. El subte
arranca y sigue viaje. Sonrisa silenciosa gira su cabeza, me mira, se pone
serio por primera vez en el viaje y me grita:
-
Y vos, ¿de qué te reís?
El
yoyo de Nico quedó tirado en el andén de Loria.
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