DELIVERY FREAK

Microcentro, hora pico de la primera mañana. Ese momento donde repartos, camiones, camionetas y peatones de todo tipo y factor luchan por ganar la calle y sus espacios. Para cruzar, para estacionar, para irse o para volver. Lucha de posiciones. En medio de tanta dinámica iba caminando, cuidadosamente, él. Cruzaba la calle San Martín totalmente vestido de blanco. De pie a cabeza. Sus manos lo acompañaban formando una especie de canasta de diez dedos. Iban pegadas a su pecho. Su paso era el de aquel que camina apurado para cumplir con un mandado pero lo suficientemente lento para que nada se caiga. En sus manos canasta se podían apreciar una docena. En ese horario, en el microcentro, hablar de docenas es hablar de facturas. Pero no, en este caso se trataba de una entrega algo particular: llevaba tres medialunas y nueve huevos.

La moto que venía de pasar raudamente por la esquina sin ochava lo hizo sobresaltar cuando le tocó bocina y casi lo roza. Los huevos volaron, las medialunas llegaron. 

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