MILTON TAXISTA

La Paloma, Uruguay. 08:20 de la mañana.

Milton, alpargatas blancas, pantalón de campo tipo babucha, camisa celeste fuera del pantalón y último botón desabrochado. El pelo ensortijado, peinado por esa almohada q abandonó hace dos horas.

- ¿La yerba en Uruguay es siempre sin palo? - preguntó la psajera porteña acostumbrada a la con palo.

Milton hizo un breve silencio que pareció una eternidad.

- Esteeeee...
- Sí ya sé, me vas a decir que la yerba de verdad es sin palo.
- Lo que pasa es que el uruguayo q toma mate, el uruguayo, lo toma sin palo. Aquí es una religión tomar mate.
- En cualquier momento del día, ¿no?
- Sí, qué sé yo, tomo a la mañana. De hecho acá abajo lo tengo listo (señala debajo del asiento).

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- Buen día Milton - le dicen por el intercomunicador.
- Buen día Nelson - contesta Milton - volví del viaje a La Pedrera, estoy yendo a la terminal con pasajeros – agrega.
- Cuchame che, ¿lo del Diego era por la Mercurio?
- Sí, Mercurio entre Júpiter y Neptuno.

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- Hoy nos vemos a la tardecita, ¿no? - irrumpe Washington por la radio
- Sí, a la tarde.
- ¿Y Pachorra por dónde anda?
- Debe estar durmiendo todavía el vago.

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- ¡¡Washington, quieto ahí!! - grita Milton mitad por el intercomunicador y mitad por la ventanilla al ingresar a la Terminal.

- No te muevas, que tenés el mate y el termo en el techo del coche.

Washington, que hacía un segundo que había arrancado, frena de golpe y sale del auto con cara de uuhhh y las manos sobre la cabeza. Con la frenada, el mate y el termo, que ya habían empezado a inclinar su posición con destino al piso, recomponen la vertical y se mantienen erguidos. Washington los agarra, y le grita a Milton:

- Ja, encima no es mío, se lo olvido el Steven.
- Ja, qué  justo que llegué a la Terminal, ¿no me va´ a agradece´? - grita Milton con la cabeza por fuera de la ventanilla mientras frena.

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- Que pasen bien - nos dice Milton para despedirnos luego de dejar las valijas en el cordón.
No hay uruguayo que se precie de tal que no te despida con un “que pases bien”.

Minutos después, desde el andén, se podía ver a Milton, de pie al lado del taxi, con el termo bajo el brazo y el mate en la mano. Fueron no más de dos sorbos y muy breves. Por la radio se escuchó:

- ¡¡Miiiiiiltoooon!! ¿Estás en la Terminal? Andate a lo del Coco Sánchez. Tenés que llevarlo hasta Punta del Diablo.

Milton guardo todo en el auto y partió.


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