¿O NO?

Dos son las características principales de un viaje en taxi. La tendencia a la circularidad y la charla. Para un taxista el camino más rápido, reloj mediante, no es la recta sino la línea curva. Uno, ingenuo pasajero, supone que veinte cuadras derecho más diéz a la izquierda, será la forma más veloz de llegar. En cambio, el astuto "tachero" recomienda un camino mejor. "Si hacemos 2 cuadras, doblamos a la izquierda y retomamos por la diagonal, evitamos el semáforo de la esquina" dice con tono experimentado. Inesperadamente la diagonal "permanecerá cerrada por obras" proponiendo un monopólico desvío 200 metros después. La circularidad cumplió su objetivo. El tiempo pasa, las fichas bajan, el pasajero todavía no.
Paralelamente, la charla es un clásico. "Qué calor que hace", "el tránsito está insoportable", "para qué lo voté" y demás comentarios abren el diálogo. Pero cuando el concepto de circularidad se traslada del ámbito del espacio y la distancia al de la charla, la cosa se vuelve complicada:

- Hace un calor bárbaro, ¿o no?
- A estos habría que matarlos a todos, ¿o no?
- Todos se quejan pero nadie labura, ¿o no?

La respuesta se volvía inevitable: "Sí, claro…”, “No es tan así…" pero el diálogo con sí mismo imposibilitaba la completitud de la respuesta.

- Hay que estar acá arriba doce horas ¿o no?

El taxista dejaba ver una cabellera enrulada y una remera roja manga corta. Su perfil derecho mostraba cierto cachete mofletón mientras cada "¿O no?" iba acompañado por un corto pero efectivo giro de cabeza que hacía tambalear leve pero temerosamente al taxi.

- Doblo en esta, ¿o no?

No había forma de saberlo: ¿Manejaba más pendiente del tráfico y del recorrido o de la respuesta irremediable y a su vez interrumpida? El viaje era una simple excusa. La repetición al infinito del imperecedero "¿o no?" se volvía el motivo de la tarea, un objetivo en sí mismo.

- Para qué lo voté, ¿o no?
- Usted también lo votó ¿o no?
- ¿Quiere que agarre por Pueyrredón o por Córdoba? ¿O no?

La cabeza giraba y el auto se sacudía.

- De la mano izquierda si puede ser
- ¡¡Como no!! Acá está bien, ¿O no?
- Son $11, ¿O no?
- Uhh, tiene $1, ¿O no?

Su insistencia no permitía más que un gesto que no llegaba a ser respuesta. Las preguntas se sucedían una a la otra encadenadas por cúmulos de "O nos" que oficiaban de eslabones interminables.

Finalmente logré pagar, abrir la puerta y bajar. ¿O no?

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