RAMBOS DE TOBOGÁN

Está el groso, el flaco fibroso. El fibroso groso. El de pectorales de vedette y cintura de modelo. Nunca llegan, siempre están. Conversan, se miran, se tocan. Los espejos que los envuelven a la vez los replica. En sus reflejos se buscan para mirarse, tocarse. Cuatro series de veinte, cinco de diez. Sus abdominales, bíceps y tríceps crecen matemáticamente. Intentos de Van Damme. El sonido a metal golpeando contra metal es intermitente pero constante.

- ¡Boludo, estás groso hoy!

Algunos gritan exhaustos. Otros, de tan exhaustos, ya no gritan. Ensimismados en sus cada vez más amplios cuerpos, siguen pendientes de los espejos.

- ¿Estaré perdiendo masa muscular?

Entre ejercicio y ejercicio, se muestran.

- Pero si como lo mismo de siempre

El morocho le pide ayuda al rubio para levantar la pesa. Terminators de Esquina. Sus cuerpos se enrojecen. Sus venas parecen explotar. Se tensan. De pronto, ya al límite, relajan. El rubio le pide ayuda al morocho para que le sume peso a la máquina de piernas. Estiran y flexionan.

- Che, ¿Nico no viene más?
- No, se fue al casting de Gran Hermano Rumania.

Mediante el zapping, reemplazan la película de Robin Williams por tres platinados levantando piedras que no caben en el ancho de la tv. Mientras hablan, se comparan.

- Perdí 800 gramos esta semana
- ¡Uh, que mal!

Rotan por la cinta, las bicis, los bancos, las colchonetas, las mancuernas. Rotan entre ejercicios de espalda, brazos, piernas, hombros, pecho, ¿mandíbula?, ¿pestañas?, ¿dedos?, ¿rodillas?, ¿orejas? Simplemente rotan.

Rambos de tobogán. 

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