“…Se va a jugar el
pibe. Tira con derecha y con izquierda. En el cuerpo a cuerpo. Esto es
increíble. Lo tiró Chávez a Martínez. Era todo de Maravilla. Lo va a buscar
Chávez, final tremendo. Era todo de Maravilla que se va a prender. No se tiene
que prender. Salí de ahí Maravilla. Lo va a buscar Chávez. Lo tiene que abrazar
Martínez a Chávez. Segundos finales. Dramático. No te jugués Sergio. Abrazalo,
trabalo. Va Chávez a buscarlo. Se juega la última ficha. Están muy cansados los
dos. Qué pelea y qué final. Están cansados los dos. Izquierda de Martínez,
derecha de Chávez. Que final tenemos. Diez segundos finales. Va a sonar la
campana…”.
Relato de Walter Nelson, último round.
Maravilla Martínez vs. Julio César Chávez Jr.
La
historia del Kirchnerismo marca que siempre contraataca mejor de lo que ataca.
Como si el centro del ring lo hiciera perder referencias. Se envalentona, busca
el desenlace inmediato pero en ese intento se descuida, tira unos golpes de más,
se desordena y el rival crece. Crece hasta que el Kirchnerismo se reacomoda y
lo vuelve a poner al borde del nocaut.
Al
borde del nocaut, cuando la cuenta ya iba por el 54%, el Grupo Clarín, entendió
que le quedaba su última chance. Pero también se dio cuenta que sus golpes ya
no pesaban. Sabiéndose contra las cuerdas, salió en busca de ese boxeador que
le podría dar una mano. La última. Entonces Lanata se puso los guantes, subió
al ring y le dijo a Bonelli: “Vos correte, dejame a mí”. Y empezó a pegar.
Mientras
decenas de economistas y periodistas escriben y hablan en lenguaje técnico
tratando de explicar las relaciones entre los pesos y los dólares, Lanata dice:
“Cómo voy a confiar en el peso si lo imprime Vanderbroele”.
Decenas
de editorialistas, conductores de TV y políticos conducidos y editorializados
insinúan, a veces dicen, y muchas veces dan a entender, que la Presidenta sufre
problemas psicológicos y/o depresivos. Lanata, en cambio, hace que su Cristina
imitada tome pastillas a las 22hs de un domingo por la pantalla de El Trece.
Gran
parte de la oposición habla de la “Chavización” del oficialismo. Lo hace de manera
bastante liviana. Lanza una frase, la repiten varias veces distintas voces, y,
de tan liviana, la idea se vuela. Nunca se materializa. Se quedan en el llanto.
Se “Chilindrinizan”.
En
cambio, Lanata vuela hacia Venezuela un mes antes de las elecciones. Lo titula
“Recuerdos del futuro”. Busca, en el campo de batalla, todas las entrevistas e
imágenes que le puedan servir para darle verosimilitud a ese concepto tan
liviano que otros tiran a la marchanta. Pero no termina ahí. El día de los
comicios viaja de nuevo. Lo vende como “Volver al futuro”. Y no viaja solo. No,
se lleva consigo a toda la vecindad del Chavo. Va con Don Ramón, Quico, Doña
Florinda, Popis, Ñoño y Patricia Bullrich. Primero viajó para mostrar lo qué le
espera a la Argentina
y luego lo hace para mostrar cómo se puede evitar ese futuro. Pero le sale mal.
Capriles, a pesar de los twitts del PRO, pierde. Y, entonces, sin filtro, a Lanata
se le chispotea un “la concha de la madre”. Pero a su vuelta, con la
inestimable colaboración del servicio de inteligencia venezolano, convierte la
victoria de Chávez y la derrota de Capriles en su propio reality. Para muchos
espectadores el fenómeno social, cultural y político venezolano terminó
resumiéndose en un: “¿Viste lo que le pasó al Gordo?”.
El
caso Ciccone ya lo venía manijeando Jorge Asís desde su blog pero no pasaba de
ahí. Microclima. Hasta que Lanata le hizo una nota a la ex esposa de Vanderbroele.
Y el tema estalló.
Muchas
quejas se escuchaban en el ambiente periodístico sobre la falta de conferencias
de prensa de Cristina. Y la queja quedaba ahí, flotando de programa en
programa, de diario en diario. Lanata, en cambio, reeditó estéticamente aquel panel
de Tato y la jueza “badubudubudía”. “Queremos preguntar”, exclamaron. El tema
rompió la barrera del ambiente periodístico y llegó hasta Harvard.
Miles
de mujeres y hombres urbanos despolitizados al mango esperan que sean las 22hs.
del domingo como si se tratase del último capítulo de Resistiré. En la cola de
un supermercado una señora dice “Y qué querés, si los pesos los imprime
Vanderbroele”. La misma frase se escucha en una oficina, en un taxi, en un
colectivo. Mismo colectivo donde dos personas se auto convencen que Buenos
Aires es Caracas. En la Plaza
del cacerolazo el canoso de mangas cortas dice que tiene la posta: “está
medicada”. Misma plaza donde se puede observar un cartel sostenido por una
empleada administrativa que dice “Queremos preguntar”.
El
diferencial de Lanata es que hace periodismo en lenguaje publicitario. Pega al
mentón y mira al público para que lo aplauda. Es efectista. Busca el impacto.
Sabe pegar. Lo que a otro le puede llevar 8 ó 9 rounds él lo resuelve en una
frase. En una piña. Las mismas formas que utiliza Marcelo Tinelli cuando se
hace el vivo con un partenaire ad hoc y enseguida busca la complicidad del
espectador para que le festeje la ocurrencia. Así funciona Lanata. Es televisivamente
creativo. Entiende el juego.
Maravilla
Martínez venía peleando contra Bonelli pero, de repente, para el último round
le pusieron a Lanata y los golpes empezaron a doler.
Ante
este cambio de escenario el oficialismo está obligado a volver a sofisticar su
comunicación. A cambiar su estrategia. El golpe por golpe ya no conviene. El
spot de 5 minutos no sirve. Quizás, la clave se pueda encontrar en ese relato final
de Walter Nelson.
“Abrazalo”
Gran columna
ResponderEliminarMuy lúcido el análisis, solo no coincido con el final. No pretendo que un tipo semi knockeado empiece a jugar golpe por golpe por que en el arrebato te mandás cagadas, pero me parece que es cuestión de que se termine el round, ir al banquito, y replantear la estrategia. Pero sin salir a abrazar al rival. El tipo quiere quedarse con el cinturón que me pertenece. Y eso no lo negocio
ResponderEliminarSi te queda un round más si, tenés tiempo de sentarte y replantear. Ahora, si estás en el último no te queda otra que abrazarlo.
EliminarGracias!
Comparto tu análisis. HAy que buscar nuevas formas de comunicación, empezando por rediseñar 678 que parece agotado como formato televisivo de mínima. Abrazo!
ResponderEliminarSi. En el pasaje de Jorge Dorio de comentarista críptico de Dolina a conductor de 678 hay algo que me perdí...
EliminarGracias!
Gran, gran análisis! Espero que no le moleste que lo comparta en mi blog.
ResponderEliminarSaludos.
Best
Cómo me va a molestar, usted es mi espía favorito!
ResponderEliminarChe, espero que el "abrazalo" no sea jugarle en su cancha de sloguización de la BAtalla Cultural. Que no sea "jugale de igual a igual", con una frase cheronca que se al "sentido común" berreta pero cómico para refutar la barrabasada,suba porque entonces vamos a haber bajado el nivel de la discusión, y disipado el poco pensamiento crítico que se pudo reconstruír. Jugar a "abrazarse" hasta que surta efecto la 26522, la expropiación de PapelPrensa ó la desfinanciación del Grupo no me parece interesante (nunca se sabe cuánto vá a llevar ese proceso, ni que socios ocultos tienen para tirarules una soga a último momento). No, creo que hay que seguir como venimos, por ahí mejorando la comunicación, pero sin perder el rumbo... Dicen que nunca está tan oscura la noche como antes del amanecer
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